miércoles, 13 de julio de 2011

Deysi Cori: “Se puede vivir del ajedrez si estás entre los mejores”

Nuestra joven campeona panamericana le ganó la partida a la adversidad y ahora puede dedicarse de lleno al deporte ciencia. Gracias al auspicio de empresas como Cementos Lima va en búsqueda de su nuevo reto: ser Gran Maestra Absoluta.

Autor: Juan Novoa S.

“Ahora solo me preocupo por entrenar. Antes era muy estresante, veía a mi papá y a mi mamá yendo a las radios y a los periódicos a pedir apoyo para nosotros cada vez que tenía que ir al extranjero”, nos dice la Gran Maestra Deysi Cori, quien logró el título del Torneo Continental Femenino de Ajedrez en Guayaquil y que le valió la clasificación al Mundial Femenino que se realizará en 2012, donde será la única representante de todo el continente. Por si fuera poco, formó parte del equipo nacional que el lunes se consagró campeón del Panamericano de la Juventud, donde ella fue elegida como la mejor ajedrecista del certamen.

EN POCOS DÍAS HAS CONSEGUIDO DOS TÍTULOS. ¿CÓMO TE SIENTES?
Me siento muy contenta. Estuve en Ecuador disputando dos torneos: un Panamericano Sub 20 absoluto y, después de eso, jugué el Continental femenino, y allí quedé en el primer lugar y pude clasificar al Mundial femenino.

¿CUÁNTO HA MEJORADO TU NIVEL DESDE QUE RECIBES EL APOYO DE EMPRESAS COMO CEMENTOS LIMA?
He mejorado muchísimo porque gracias a ese apoyo he viajado a Europa, donde se realizan los torneos más fuertes. También cuento con la ayuda de tres profesores en Argentina que me han ayudado en mi preparación. Los resultados se han podido ver en los mundiales.

¿QUÉ HA SIDO LO MÁS DIFÍCIL QUE HAS TENIDO QUE SOPORTAR?
Para empezar, mi casa no era lo que es hoy, teníamos el techo de Eternit. No había agua ni luz. Y en los inviernos, sobre todo cuando llovía, el agua entraba por el techo. Mi mamá tenía con las justas para los pasajes.

TODO ESO TE HABRÁ MARCADO...
Sí, todo fue difícil. En el colegio yo era becada, pero no era lo mismo. Veía a mis compañeros que tenían a sus padres que les compraban sus cosas. Mi papá no tenía dinero para comprarme los libros, por eso les sacaba fotocopias. Nunca le decía nada a mi papá para que no se sintiera mal, él se esforzaba al máximo para darnos lo mejor.

IMAGINO QUE, AHORA, TU GRAN PREOCUPACIÓN ES EL ENTRENAMIENTO...
Claro que sí, ahora estoy más tranquila. Antes era muy estresante, veía a mi papá y a mi mamá yendo a pedir apoyo para los pasajes, para la alimentación y el alojamiento. Todo eso era una preocupación para mí, no sabía si iba a viajar o no. Tenía muchas dudas.

¿TE DEDICARÁS DE LLENO AL AJEDREZ O ESTUDIARÁS ALGUNA CARRERA?
Quiero dedicarme de lleno al ajedrez, quiero hacer del ajedrez mi profesión, pero mi papá me recomendó seguir una carrera. Estoy viendo la posibilidad de estudiar Ciencias Políticas.

¿POR QUÉ CIENCIAS POLÍTICAS?
Es que cuando era pequeña tenía la ilusión de llegar a ser presidente para ayudar a las personas y que no pasaran por lo que nosotros pasamos, ya que por esas épocas éramos de una condición humilde. Estudiar y entrenar era agotador porque teníamos que ir desde Villa El Salvador hasta Miraflores o el Centro casi a diario.

¿CON TANTOS TÍTULOS ACUMULADOS TE SIENTES UNA CHICA NORMAL?
No lo sé. Al principio, cuando me inicié en el ajedrez, todo era como un hobby, pero ahora le dedico más tiempo. Aun así, tengo tiempo para relajarme, por eso creo que mi vida es normal.

¿CÓMO TE RELAJAS?
Me gusta ir al cine, me gusta ver películas de terror y comedias. Entro a la Internet, navego por el Facebook, chateo por el messenger.

¿CUÁL ES TU RETO EN EL AJEDREZ?
Ser Gran Maestra y estar entre las mejores del mundo a nivel absoluto, no solo a nivel de mujeres.

¿SE PUEDE VIVIR DE ESTE DEPORTE?
Sí, pero si es que estás entre los mejores del mundo. Hay torneos donde los premios son muy altos, como los campeonatos mundiales, que se realizan cada dos años y a los que por solo clasificar te dan 3,500 euros. Un ganador a ese nivel puede embolsarse 80 mil euros. A eso agrégale la publicidad y se saca mucho más.

¿TE SIENTES UNA MUJER LIBRE AHORA QUE TIENES 18 AÑOS?
No los quería cumplir, ya no voy a ir a los campeonatos de menores, donde están todos mis amigos. Los voy a extrañar mucho.

¿CÓMO ASUMES EL RETO DE AFRONTAR LOS TORNEOS QUE SE VIENEN YA COMO ADULTA?
Ya he jugado a ese nivel. Al principio me sentí rara cuando comencé a jugar esos torneos, pero luego me acostumbré. Al inicio perdía muchas partidas, me ganaban, pero después aprendí analizando mis partidas y poco a poco comencé venciendo a jugadores más fuertes.

¿CUÁNDO Y CÓMO ASÍ APRENDISTE A JUGAR AJEDREZ?
Mi papá nos enseñó a Jorge y a mi cuando yo tenía aproximadamente ocho o nueve años.

¿TIENES MASCOTAS?
Sí, tengo dos gatos. Uno se llama Gris, y el otro, Peluso. Mi papá tiene dos chivos. Además, por allí tenemos una tortuga.

¿QUÉ SIENTES AL VER QUE A LOS FUTBOLISTAS PERUANOS LES PAGAN MUCHA PLATA Y NO GANAN NADA?
Sí, pues, ganan mucho. Hay otros deportistas que traen muchos logros para el Perú, como el ajedrez, sobre todo a nivel panamericano. Se nota que hay chicos que tiene mucho talento y que solo necesitan ayuda.

¿A TI TE GUSTA EL FÚTBOL?
No mucho, a veces lo juego en los campeonatos a los que voy, pero la verdad es que soy malísima (risas). El equipo que más me gusta es el Barcelona de España.

Fuente: diario Perú.21

Arturo Pérez-Reverte: Sobre niños, vida y ajedrez

Hace poco pasé unos días como espectador de infantería en el legendario Magistral de León, un apasionante torneo de ajedrez que lleva veinticuatro años enrocado en la tierra natal de mi viejo amigo el capitán Alatriste. Esta vez el duelo era de campanillas: el campeón del mundo, Vishy Anand, contra uno de mis jugadores favoritos: el letón nacionalizado español Alexei Shirov, que ha estado dos veces a punto de alzarse con el título mundial. Y disfruté mucho, como digo. Una cena con Shirov me dejó en la cabeza, aparte de mucha simpatía por ese oso grandote y rubio de mirada tierna, algunas ideas útiles para cosas que ando escribiendo estos días. Pero lo que tal vez me interesó más fue el torneo de jóvenes talentos, donde una veintena de niños de entre doce y dieciséis años -el más torpe, capaz de darme mate en diez jugadas, sin despeinarse- compitieron entre sí con objeto de jugar la última partida, los finalistas, en la misma mesa y con las mismas piezas que utilizaban Anand y Shirov.

Lo de los críos y el ajedrez es, por cierto, una asignatura pendiente en España. Demasiado pendiente, creo. Un deporte que también es cultura; un juego antiguo como ése, fascinante, fácil de comprender ya por un niño de cuatro años, sólo es obligatorio en cincuenta colegios españoles y figura como actividad extraescolar en menos de un millar. Culpables de esto son los propios ajedrecistas, a menudo enfrascados en sus propias partidas e incapaces de organizarse para reclamar mayor presencia del tablero en los lugares adecuados; pero también son responsables los padres que, por indiferencia o ignorancia, privan a sus hijos del aprendizaje básico, al menos en su fase elemental, de una disciplina que consideran menos útil que el fútbol o las manualidades artísticas. Y sin embargo, pocos juegos son tan atractivos para un niño como ese lidiar precoz dotado de reglas de cortesía y comportamiento; ese juego divertido, agresivo y elegante al mismo tiempo, que enseña a pensar con razón y lógica a cualquiera que lo practique.

En lo que se refiere a nuestra clase política, imaginen. Su sensibilidad para este asunto equivale a la de un trozo de carne de cerdo poco hecha. El ministerio de Educación y los responsables del deporte español consideran el ajedrez -cuando se les obliga a pensar en él y no tienen más remedio- como la más fea del baile: algo desconocido e incómodo, difícil de encajar en planes educativos diseñados por psicopedagogilipollas seguros de que la igualdad y la excelencia se logran mejor si los niños juegan con muñecas y las niñas al fútbol que si se enfrentan, miden y conocen, al otro y a ellos mismos, sobre un tablero de ajedrez. Un ejemplo: aunque hace ya seis años el Senado aprobó por insólita unanimidad -tendrían prisa por irse de puente o cobrar dietas- instar al Gobierno a que facilitase la introducción del ajedrez en los colegios españoles, tanto el central como los autonómicos de entonces y de ahora se pasaron, y siguen haciéndolo, tan provechosa recomendación por el forro de sus respectivas legislaturas.

En fin. Qué quieren que les diga. Quienes de ustedes me leen desde La tabla de Flandes conocen la importancia que el ajedrez tiene en varias de mis novelas, como en mi concepción del mundo y de las cosas. Soy un mal jugador; pero crecí entre libros, marinos y ajedrecistas, y mis primeros recuerdos están unidos a la imagen de mi padre y sus amigos inclinados sobre un tablero, entre humo de cigarros y pipas. Me acerqué a ese juego desde muy niño, incluso antes de comprenderlo, intuyendo en él claves útiles sobre los misterios insondables o estremecedores de la vida. Después, los cuadros blancos y negros, las piezas en sus escaques, me ayudaron a entender mejor el mundo por donde eché a andar temprano, mochila al hombro. Gracias al ajedrez, o a los perfectos símbolos que lo inspiran -repito que soy jugador mediocre, a menudo torpe-, encajé de modo razonable el miedo al aguzado alfil, el horror de la torre devastadora, la soledad del peón aislado en su casilla, los cuadros blancos, negros, fundidos en grises, de la turbia condición humana. Y mientras estuve -todos estamos alguna vez, tarde o temprano- en el vientre del caballo de madera esperando mi turno para degollar troyanos dormidos, y luego, cuando al regreso con sangre en las uñas la vida me despobló el cielo de dioses, el ajedrez me dio respuestas, consuelo, sosiego y media docena de certezas útiles con las que ahora envejezco, leo, navego y escribo novelas. Otros van a la iglesia, y yo voy al ajedrez. De puntillas, con humildad y respeto, a ver oficiar los misterios de la vida. Como quien asiste a misa.

Fuente: XL Semanal