domingo, 22 de junio de 2008

Pequeño rey



Por Claudio Chaparro
Fotos: Melissa Merino

Ella, la madre, trató de tomar el hecho sin sobresaltos, pero era imposible no poner cara de asombro: apenas a los tres años y medio de edad el pequeño Jorge André ya sumaba, restaba, multiplicaba y conocía las letras del abecedario como si se tratasen de figuritas de los Teletubbies.

Él, el padre, quiso asimilarlo con naturalidad, pero le parecía inverosímil lo que la realidad le ofrecía: con tan solo siete años encima Jorge André ya le ganaba a su propio papá las partidas de ajedrez que él lo invitaba a jugar, y lo hacía con una solvencia y sapiencia que parecían extraídas de otro mundo.

Fue entonces que Miriam y Jorge Antonio, los padres de Jorge André Fernández, tomaron conciencia de lo que la vida les presentaba: su hijo tenía un talento especial y, sobre todo, una cualidad innata para el ajedrez que le permitió a Jorge André destacar en diversos torneos en donde competían otros niños, pero cuatro o cinco años mayores que él.

Ahora Jorge André tiene once años. Mientras habla muestra la inconfundible mirada de la inocencia y, con una seguridad sorprendente, deja una frase que evidencia su mundo interior: "El ajedrez es mi pasión". Con una sonrisa feliz, el muchachito coge su innumerable colección de medallas ("también hay una que otra por jugar básquet, ah"), se las coloca en el cuello para la producción fotográfica y se ilusiona pensando en lo que viene: el XIX Festival Panamericano de Ajedrez de la Juventud 2008, que se realizará en Córdoba, Argentina, del 29 de junio al 6 de julio de este año.

Jorge André ganó el derecho a intervenir en ese torneo tras su gran actuación en el campeonato nacional de su categoría. Quiere ir a ganar, porque sólo siendo campeón clasificará al Mundial. Sin embargo, esta verdadera revelación del ajedrez peruano también sufre por la endémica falta de apoyo: su talento no tiene respuesta de las autoridades y ahora, junto a sus padres, toca diversas puertas en busca de la ayuda que le permita competir y mantener sus sueños intactos.

UN SACRIFICIO COMPARTIDO

Jorge André junto a sus padres. Van de un lado a otro buscando apoyo.
En su humilde casa de San Juan de Miraflores, Jorge André escucha atentamente a su padre. Y entonces recuerda aquella vez en que papá Jorge Antonio cogió su viejo tablero para enseñarle los secretos del ajedrez. Y también tiene fresca la imagen de mamá Miriam, con esas cartas tipo naipes con las que ella le ilustró las primeras letras.

"Cuando yo tenía seis años ya sabía jugar. Fue por obra de mi padre. Y, al mismo tiempo, ingresé al taller de ajedrez en mi colegio Ramírez Barinaga. Ahí aprendí más", cuenta feliz Jorge André.
"Él estaba en primer grado cuando me di cuenta de que ya no podía ganarle", añade emocionado su padre. Frente a los niños de su edad no encontraba competencia, y con apenas siete años participó en un torneo para pequeños de doce años. El chiquitín de San Juan dejó boquiabiertos a todos: se apoderó del tercer lugar.

Jorge André cursa el sexto grado de primaria y sueña con ser algún día campeón del mundo. Su actividad diaria no lo desmiente. Y es que llega del colegio, almuerza, hace sus tareas y de inmediato se zambulle en el ajedrez.

"Son casi tres horas diarias. Juego con mi papá y luego lo hago solo. También practico en mi computadora. Del ajedrez no me canso", asegura. El año pasado integró el equipo peruano que quedó en segundo lugar en el Panamericano de Menores de Medellín. Y este año ya ganó dos certámenes: el Open Juan XXIII y el Internacional Claridad.

"¿Qué me gustaría? Que haya más apoyo. A Colombia viajé con mi mamá, al final apareció algo de dinero. Pero hay muchos que lanzan promesas y todo queda en nada", dice con voz bajita Jorge André. Pese a sus once años, ya sabe de gente poderosa que usa las promesas para matar ilusiones, aunque de por medio estén las tiernas esperanzas de un niño.

Primero fue el congresista Michael Urtecho. Dio su palabra, les ofreció pasajes, viáticos, de todo, a los padres de Jorge André. Al final, obligado por la presión de algunos medios, cumplió apenas con una parte. Luego pasó lo mismo con Carlos Torres Caro. Dijo que lograría la ley del ajedrecista, citó a Jorge André y a sus padres al Congreso. Poco después ni él ni sus asesores dieron la cara. Incluso, el alcalde de su distrito ‘les pintó pajaritos’ y acabó haciéndose el desententido.

"Ahora nos promete ayuda Alex Kouri –agrega su padre–. Pero aún nos falta dinero. Mi esposa va de un lado a otro y ya casi ha perdido el trabajo. Nosotros buscamos la ayuda porque sabemos que Jorge André puede dar más, ama el ajedrez, quiere traer títulos al Perú, pero la federación no apoya y mucha gente de poder prefiere ayudar a otros deportes mediáticos y no al ajedrez".
Jorge André, entretanto, sigue mostrando sus títulos. "Me gusta la matemática, en mi colegio, felizmente, me han dado una beca. Pero, igual, de grande quiero ser profesor de ajedrez", deja en claro.

Dice que la UNI ya le hizo otra promesa. "Me han asegurado el ingreso para cuando acabe el colegio. Eso sí debe ser verdad", dice con una pizca de escepticismo. Es que entre sus estudios, el ajedrez, la computadora y el fútbol (es hincha de la ‘U’), Jorge André es un niño que cree en su capacidad, pero que, lamentablemente, duda de la ayuda prometida. "No vamos a dejar que sus sueños se hundan", refiere Miriam, su madre. Y junto a su esposo, en su casita de San Juan de Miraflores, se esfuerzan en alimentar la ilusión de Jorge André. El nuevo niño genio del ajedrez peruano que, como otros ajedrecistas nacionales, clama por un poco de atención.

"MI AMIGO EMILIO"

La tarde feliz en que Jorge André le ganó dos partidas a Emilio Córdova. Un talento inconfundible.

Si de algo se jacta el pequeño Jorge André Fernández es de haber hecho amistad con Emilio Córdova, el juvenil Gran Maestro de ajedrez peruano. A Emilio lo conoció el año pasado durante una partida simultánea. Eran veinticuatro niños enfrentando a Emilio Córdova. El único que le ganó dos veces fue Jorge André. "Él me felicitó. Para mis padres fue una alegría enorme. Desde ahí hicimos amistad", asegura. Es más, antes de la entrevista estuvo en el aeropuerto dándole la bienvenida a Emilio, que llegaba de México. "El ajedrez es mi vida. Emilio me dice que es duro, que el apoyo es escaso. Pero tengo la esperanza de que un día esto cambie", confiesa Jorge André. Y eso esperamos todos.

Fuente: http://www.larepublica.com.pe/content/view/227848/

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